Edición 13 – La narrativa vale más que el producto
La mayoría de las marcas aún piensan que el juego se gana vendiendo. Vender más. Más rápido. Más agresivo. Pero el consumidor ya no está escuchando.
Vivimos rodeados de anuncios que interrumpen, influencers pagados que fingen recomendaciones sinceras, y marcas que simulan empatía para disfrazar una intención puramente comercial.
No es extraño que la confianza esté en crisis.
Según un estudio de Nielsen, el 92% de las personas confían más en la recomendación de un amigo que en cualquier anuncio.
Y sin embargo, muchas marcas siguen invirtiendo millones en publicidad que nadie cree. Se esfuerzan por parecer humanas, en vez de serlo.
Lo que falta no es presupuesto. Falta propósito.
Las marcas poderosas no compran atención. Lideran causas. No simulan relaciones. Construyen comunidades. Y no compiten por precio. Inspiran pertenencia.
El primer paso de cualquier programa de lealtad no es la tarjeta ni los puntos. Es la definición del por qué.
Ese propósito auténtico que puede convertirse en una narrativa poderosa. Una que justifique la compra. Una que cree un “nosotros”.
Disney entendió desde el principio que no vendía películas. Vendía mundos.
Cada historia que creaba era una semilla de pertenencia que florecía en parques, muñecos, disfraces, canciones, secuelas y suscripciones.
Su verdadero negocio no es el entretenimiento, es la narrativa.
Una narrativa que conecta generaciones y convierte a sus clientes en herederos de una identidad compartida.
Por eso cobra más que cualquier parque temático, y por eso puede subir el precio de su suscripción sin perder a sus fans.
No compite por funcionalidad. Compite por significado.
Por eso Apple puede lanzar una funcionalidad que Android ya tenía… y aun así cobrar más, vender más y retener mejor.
Porque lo que los detractores no entienden es que el producto no es el iPhone. Es la tribu.
Una tribu guiada por un mensaje: Think Different. Una comunidad que no necesita convencimiento, porque ya se siente parte.
Cuando tienes eso, no compites por funcionalidad. Compites por significado.
Y en ese terreno, la lealtad no se gana con descuentos. Se gana con ideales.
Abrazo.
–Luis